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El «Náutico» por Jorge Testori

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OPINIÓN:

Para mí el Club Náutico Ensenada eran exactamente las ocho cuadras por la calle San Martín desde la Chile hasta la Ingrassia. Un camino alegre y colorido de amigos y vecinos.

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Fui socio entre los diez y mis veinte años y los pibes del barrio llegamos al Náutico porque se homenajeaba a los mejores alumnos de las escuelas de Ensenada con un carnet de socio gratuito por un año al terminar su graduación con buenas notas.

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Yo no fui uno de esos privilegiados, pero varios amigos de la Escuela N°3 fueron premiados y el resto nos sumamos con muchísimas ganas.

Pasar las tardes pescando mojarritas de a decenas, dar una vueltita por el arroyo Doña Flora en un chinchorro en esos primeros años y hasta una rápida zambullida desde la rampa en las aguas cálidas y todavía limpias de esos años 60 era toda una aventura.

Ya más grande, adolescente, salir con un par simple, un par doble o en canoíta por «El Largo», «La Canaleta», «Villa Ruben Sito» o «Gronda», si los camalotes lo permitían, era casi un acceso al paraíso y la felicidad.

A veces la bajante estropeaba el regreso y salir de los arroyos secos era un atolladero.

Hortensias, jazmines, frutales, garzas, bigüas, boguitas, algún pequeño dorado, el sol y las peripecias en el Río Santiago jugando con las enormes plataformas y caños para el dragado del puerto de Propulsora formaban todo un tiempo de aventuras y desventuras.

Otros tiempos de mis recuerdos náuticos.

Por: Jorge Daniel Testori

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