Editorial:
Desde comienzos de la gestión del actual Presidente de la Nación no hemos sido pocos (aunque tampoco muchos) los Medios, programas o columnistas, que hablamos de la transferencia de recursos que platea el gobierno nacional en una sola dirección: desde los que menos tienen, que son la mayoría de la población, hacia los que más tienen, que son ese 5 a 10 % de los argentinos «ricos».
La quita de retenciones al campo y a la minería, dos hechos realmente impensados en cualquier «país serio», como nos gusta decir a los argentinos, fueron los dos grandes causantes del irónico aumento del déficit fiscal que el gobierno venía a combatir y que, sin cerrar el primer año, ha duplicado. La quita del subsidio a tarifas de consumo de energía, parecía inicialmente la transferencia perfecta, donde millones de ciudadanos de pié pagarían lo que ya no estos sectores. Pero eso era sólo la punta del Iceberg.
La apertura indiscriminada de importaciones, alimentando aún más el creciente desempleo; el cierre de 6 mil pequeñas y medianas empresas en la primera mitad de año, y la incesante caída de los indicadores de consumo de «TODO» lo que se mida en comparación con 2015, cierran un panorama desolador para la clase trabajadora argentina.
Panorama que a decir verdad, afecta a todos, salvo a ese 5 a 10 % de adinerados millonarios y únicos beneficiados del «Plan MM». Aquellos que el domingo por la noche nos enteramos en el Programa Economía Política de C5N, no la están pasando mal. Desafiando los retrocesos de todos los índices de consumo, los que más tienen, tienen más. Hoy compran muchas más Motos y Autos de medio millón de pesos en adelante, muchas más botellas de Champagne de entre 20 mil y 60 mil pesos (cada una), lapiceras y pequeños accesorios de miles de pesos; y tantos otros pequeños lujos de altísimo costo, sólo accesibles para «poquísima» gente.
¿La explicación? Ese exponencial crecimiento en el consumo de lujos extremadamente caros para cualquier hijo de vecino, es el mejor indicador de que a ellos, les va mejor. Si, según las cifras del propio Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, «macrista» si las hay, el 10% más rico de la población es más adinerado que en 2015. Y como era de esperar en esta triste ecuación, el 10% más pobre está peor que el año pasado. Datos que lo dicen todo.
Así las cosas, la más salvaje transferencia de recursos de todo el pueblo a sus clases más adineradas, no sólo está en marcha sino que se concreta a la perfección y se nota. Pero se nota tanto, que seguramente la respuesta del Pueblo no tardará en llegar.
Pero no con violencia, no con odio a la Política, que es lo que pareciera se pretende instalar. Sino como en todas las crisis y avasallamientos de la institucionalidad y los derechos que se han dado a lo largo de la historia, con más política, más militancia y mayor compromiso con el prójimo. Como escribiera el ahora Premio Nobel, Bob Dylan: «la respuesta está soplando en el viento».